El evidente abandono de Facebook
Mi columna en Invertia de esta semana se titula «Facebook se pudre…» (pdf), y trata de analizar la experiencia de usuario que llevo un tiempo observando en Facebook, y que claramente se corresponde con el de una plataforma que, a pesar de tener supuestamente 3,290 millones de usuarios según los resultados del tercer trimestre anunciados por la compañía recientemente, parece estar cada vez más en un progresivo estado de abandono, de cosecha, y además, de un cada vez mayor desprecio a sus usuarios.
En muchos sentidos, Facebook es la representación de la trayectoria de Meta: fue capaz de subir hasta el Olimpo convirtiéndose en la red social que dominaba el mundo y que, además, parecía la única capaz de resistir el paso del tiempo en un entorno enormemente impredecible y caprichoso, pero que la hizo desembocar en un frenesí de adquisiciones (Instagram, WhatsApp, Oculus VR, etc.) para lograr mantener su liderazgo, y que fue viendo cómo, a base de una gestión enormemente irresponsable, se convertía en un problema reputacional.
Llegó un momento en que la mala reputación de Facebook, que alcanzaba ya desde manipulaciones electorales hasta genocidios, llevó a la compañía a cambiar de nombre, huyendo de un activo intangible ya convertido en un problema. Cuando la compañía se rebautiza a Meta, lo hace ya con una Facebook que había perdido completamente el favor de las generaciones más jóvenes, en la que había ya un porcentaje creciente de personas ya no inactivas, sino pura y simplemente muertas, es decir, fallecidas, y en donde los timelines de los usuarios ya no eran una forma de mantenerlos en contacto con sus amigos, sino una simple sucesión de anuncios publicitarios, con cada vez más personas preguntando en la red como «resetearlo» para que vuelva a ser lo que era.
El cambio de nombre a Meta salió solo regular, porque ese prometido metaverso simplemente no funcionó: ¿quién iba a querer establecer una presencia o invertir en una plataforma en la que alguien como Mark Zuckerberg marcaba todas las reglas? En su lugar, Meta comenzó a invertir cada vez más en inteligencia artificial, lo cual puede tener sentido, pero no deja claro cuál será su modelo de negocio más allá de utilizar sus desarrollos para perseguir y martirizar más aún a sus usuarios con publicidad más agresivamente personalizada. Pero mientras tanto, lo que sí hizo Meta fue convertir su ya venerable o incluso vetusta plataforma, Facebook, en una simple máquina de facturar, con una atención nula y un desprecio a sus usuarios cada vez más elevado.
Mi relación con Facebook es muy escasa. No he cerrado mi página porque en ella tengo más de treinta y siete mil seguidores, que ya es completamente absurdo intentar saber si están vivos o muertos, si existen realmente o si son simples bots. Sigo entrando dos veces al día en Facebook para subir el enlace a mi artículo diario, primero, y a su versión en inglés, después. Abro mi página, actualizo y cierro. Alguna vez contesto a algún comentario, pero eso es todo. Ni entro para nada más en Facebook, ni actualizo mi perfil personal, ni mucho menos lo tengo instalado en mi smartphone, que tal y como están las cosas, me parece directamente una imprudencia enorme.
¿Y qué ocurre? Que cada dos por tres me encuentro con graves problemas en el funcionamiento de una plataforma que parece estar mantenida por una legión de monos que se dan a la bebida día sí y día también. Peticiones que se cuelgan miserablemente, imágenes que no suben, envíos que hay que repetir dos y tres veces, y lo peor: un estúpido conjunto de algoritmos que, cada cierto tiempo, se empeñan, sin posibilidad de discusión mínimamente razonable con un ser humano con dos dedos de frente, que lo que has enviado es spam o contiene vínculos maliciosos, y por tanto, debe ser eliminado.
Nunca, en mi vida he enviado spam a ningún sitio. Mis artículos y mis enlaces pueden seguramente ser calificados de muchas formas, pero nunca como spam, y es más, como académico, lo considero un insulto. ¿Enlaces maliciosos? ¿Qué se había fumado la basura de algoritmo que lo etiquetó así? Puedo entender que Facebook use algoritmos para ahorrar costes de moderación de contenidos, pero al menos, que tenga unos algoritmos de una calidad mínimamente contrastable, no una basura que falla más que una escopeta de feria.
Decididamente, Meta está «cosechando» Facebook, extrayendo el valor que pueda sin hacer ni maldito caso a esa plataforma, y dejándola que languidezca hasta que el último usuario vivo se convenza de que es una basura tal, que ya no vale la pena mantener un perfil ahí. O incluso, como ocurrió con redes sociales anteriores, que tener un perfil ahí se convierta casi en una vergüenza, en algo infamante, que tienes ahí simplemente porque se te olvidó eliminarlo.
No me parece mal: las cosas tienen su ciclo, y Meta ha conseguido castigar Facebook hasta tal punto, que ya no sirve para nada más que para que algunas empresas crean que anunciarse ahí tiene algún sentido. Lograr hacer algo así con una plataforma que alcanza a más de tres mil millones de usuarios, casi la mitad de la población mundial, es verdaderamente meritorio. Pero como podemos ver, el prestigio de Facebook ya está por los suelos, su reputación como sitio en el que leer noticias, interactuar con otros o anunciarse ya se mantiene únicamente entre usuarios muy desinformados o muy poco entendidos, y ese proceso no puede más que seguir intensificándose con el tiempo. Si no te habías cuestionado tu presencia en Facebook o simplemente habías olvidado que tenías ahí un perfil, es seguramente un buen momento para eliminarlo.
Enrique Danshttps://www.enriquedans.com/
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